Elegir un clínico

5 preguntas para saber si tu salud está en buenas manos

Autor: Frederik Kehlet

10-20 minutos de lectura

Cuando decides buscar ayuda profesional para un problema de dolor, encontrar a un clínico que adecúe a ti no es nada fácil. Muchos clínicos desconocen por completo los avances modernos en la investigación sobre el dolor, y lo que constituye una atención « óptima » depende totalmente de quién seas. Al fin y al cabo, tu biología, psicología y contexto sociocultural son únicos.

Podríamos pasarnos una eternidad hablando de todo tipo de modalidades y estrategias de tratamiento, pero existen algunos principios fundamentales que todo clínico competente debería seguir. Independientemente del tipo de problema de dolor que tengas, estas « reglas de referencia » sirven como prueba de fuego para distinguir a los mejores del resto.

Tu estatus socioeconómico y la suerte desempeñan un papel importante a la hora de determinar la calidad de la atención que tienes a tu disposición. Aunque tengas que enfrentarte a obstáculos, el acceso a información fiable y la formulación de preguntas adecuadas te llevarán por la senda del éxito en la búsqueda de la salud - sea cual sea el significado que tenga la salud para ti.

Este artículo no es perfecto. No abarca todo lo que hay que hablar, ¡ni por asomo! La gente tampoco es perfecta y, como casi todo en la vida, hay excepciones a las reglas. Aun así, espero que estas preguntas te resulten útiles para reflexionar sobre tu propia situación. Tómate todo esto con una pizca de sal, ejerce el pensamiento crítico y no olvides abordar este tema desde la positividad y la amabilidad.

1. ¿Perpetúa o rompe el ciclo de la dependencia?

El dolor, sobre todo cuando persiste, tiene una forma de colarse en todos los rincones de la vida. Acaba afectándolo todo, desde tu estado de ánimo hasta tus relaciones y tu identidad. Lo que decidas hacer al respecto tiene el potencial de llevarte a la luz al final del túnel, pero también podría hacerte dar tumbos en la oscuridad.

El dolor persistente suele empezar de forma inocente. Aparece un nuevo dolor en una parte del cuerpo como la espalda, la rodilla o el hombro. El médico te receta un analgésico suave y te dice que te pongas calor y descanses. Pero no mejora. Antes de que te des cuenta, ha llegado otra vez la hora del masaje, la manipulación, los infrarrojos, la acupuntura o cualquier otra terapia a la que te hayas apuntado.

El dolor disminuye durante un rato, pero siempre vuelve, cada vez un poco peor. Puede que estés estresado por tu cita con el cirujano, mientras tu capacidad para hacer las cosas que te hacen feliz se va marchitando poco a poco con el paso de los meses y los años.

Este es un ejemplo del ciclo de la dependencia. Si te reconoces en este ciclo, tu prioridad número uno es escapar. Incluso si tu dolor tiene un buen pronóstico (es decir, predicción sobre cómo evolucionará), quedarte atrapado en este ciclo es algo que quieres evitar a toda costa.

Para romper el ciclo, tu clínico debe facilitar tu autonomía y autogestión. Al fin y al cabo, puede que solo estés en la consulta una hora a la semana; el verdadero trabajo está en lo que hagas tú durante las 167 horas restantes. Tu clínico debe explicarte tu enfermedad de manera que tenga sentido para ti, presentarte tus opciones para el futuro y dotarte de las herramientas y la confianza que necesitas para ser más independiente.

En pocas palabras, el principal objetivo de tu clínico debería ser no volver a verte nunca más. ¿Existe algún incentivo económico para que acudas de nuevo a su clínica? ¿Hay alguna razón por la que no esté fomentando activamente tu autonomía? El tiempo que se tarda en ganar control, confianza e independencia es diferente para cada persona, pero es el núcleo de lo que tu clínico debería ayudarte a conseguir.

2. ¿Hace mucho hincapié en las terapias activas?

Las terapias activas son aquellas en las que participas activamente. Esto incluye desde programas de actividad graduada como el levantamiento de pesas hasta terapias cognitivas como la TCC (TERAPIA COGNITIVA CONDUCTUAL) y la ACT (ACCEPTANCE AND COMMITMENT THERAPY!!!!). No es de extrañar que las terapias pasivas, que se basan en la idea de recibir tratamiento y no en la de poner el tratamiento en acción, no sean algo a lo que debas dedicar demasiado tiempo si tu objetivo es escapar o evitar el ciclo de la dependencia.

El alivio que ofrecen las terapias pasivas como el masaje, la acupuntura o los ultrasonidos dura poco. No pueden ofrecer la estimulación necesaria para desarrollar la resiliencia física y mental, superar los miedos, aprender estrategias de afrontamiento saludables, recuperar el control y reducir la sensibilidad al dolor del mismo modo que lo hacen los enfoques activos de la terapia.

Algunos dolores mejoran con el paso del tiempo pase lo que pase, pero si quieres tener la máxima probabilidade de alcanzar tus objetivos de salud, debes reconocer que no hay soluciones rápidas. No existe ninguna pastilla, aguja, bisturí o rayo láser que te « cure » de tu dolor e incapacidad. Recuperar la salud y la funcionalidad requiere una combinación de decisiones inteligentes, paciencia y persistencia.

Las terapias pasivas, los procedimientos invasivos y el control médico continuo pueden formar parte de una estrategia holística de tratamiento del dolor adecuada para ti, pero nunca pueden sustituir el papel vital que desempeñan las terapias activas. La clave está en no prestar a las terapias pasivas más atención de la que merecen. En cuanto tengan prioridad sobre las terapias en las que tú eres un participante activo, habrás perdido la partida.

¿Ofrece tu clínico un bufé de terapias pasivas a elegir con descuentos si vuelves a por más? ¿Su única recomendación relacionada con la actividad es algún comentario vago sobre « mantenerse activo »? Mala señal. No todo el mundo necesita una terapia intensiva para recuperarse, pero si sientes que estás luchando para sobrellevar tu dolor, tu discapacidad y tu sufrimiento, lo fundamental es lo siguiente:

Tu clínico debe ayudarte a entender tu dolor, a superar los obstáculos para la recuperación como creencias y expectativas contraproducentes, y a modificar comportamientos y actividades en la medida necesaria para reducir tu sensibilidad al dolor y promover tu salud e independencia a largo plazo. Nada de esto va a pasar con una actitud pasiva. Si no puede o no quiere cambiar a una mentalidad activa, puede que sea el momento de pedir que te deriven a otro profesional.

3. ¿Inspira fiabilidad, confianza y seguridad?

El dolor es una respuesta protectora diseñada para mantener el cuerpo a salvo del peligro. Las amenazas percibidas en el entorno pueden afectar profundamente a tu experiencia con el dolor y a tus comportamientos relacionados con él. No importa si la amenaza es realmente peligrosa o no: en lo que respecta a tu sistema del dolor, el peligro es real.

Las decisiones relacionadas con la salud son algunas de las más importantes y personalmente relevantes que tomarás en tu vida. Si a esto añadimos el hecho de que tu clínico está íntimamente implicado en ayudarte cuando te encuentras en tu momento más vulnerable, es fácil entender por qué lo último que querrías es que tu sistema del dolor percibiera a tu clínico como una amenaza. Tu clínico necesita ser una fuente de seguridad.

Para garantizar esa sensación de seguridad, es esencial que establezcas con él una relación basada en la confianza mutua. La confianza puede tardar en desarrollarse, pero no hagas caso omiso de las primeras impresiones. Presta mucha atención a la sensación con la que sales de la primera consulta con un nuevo clínico. ¿Te sientes fortalecido y atendido? ¿O deprimido y ansioso?

Se sabe que la autoeficacia (es decir, la confianza en uno mismo) es uno de los determinantes más importantes de los resultados sanitarios a largo plazo. Tu clínico debe ser alguien que te inspire una confianza ilimitada. Confiar en tu propio cuerpo cuando sientes que te está fallando es difícil. Pero aunque tú no siempre creas en tu capacidad para llegar a la cima, tu clínico debería hacerlo.

¿Se amontona tu clínico encima de tus preocupaciones? ¿Te da la sensación de que no te escucha? Huelga decir que un entorno clínico caracterizado por el desinterés, el alarmismo y el pesimismo supone un obstáculo importante para que evoluciones en una dirección positiva.

4. ¿Fija objetivos y monitoriza la progresión?

La desafortunada realidad es que muchos clínicos no practican el establecimiento inteligente de objetivos. Los objetivos orientan el tratamiento del dolor y la rehabilitación. Tu y tu clínico deben colaborar para establecer objetivos realistas, teniendo en cuenta tus preferencias, valores y otras restricciones.

Una vez que hayáis trabajado juntos para identificar los objetivos generales, debéis dividirlos en partes más pequeñas. Los objetivos por etapas son alcanzables en plazos más cortos y constituyen la base de la progresión planificada, un aspecto crucial de la terapia de mejores prácticas que a menudo se olvida fuera de los contextos deportivos profesionales.

Mejorar gradualmente la tolerancia al estrés (tanto mental como físico) es una de las formas clave de desensibilización del sistema del dolor, pero solo se conseguirán progresos significativos si el estrés al que te expones es suficiente. Cuando aplicas de forma constante el tipo de estrés adecuado, te adaptas a él y mejora tu resiliencia. Entonces se necesita un estímulo mayor para seguir progresando.

Progresión planificada significa que cuando alcanzas un objetivo determinado, progresas de alguna manera para construir hacia un nuevo objetivo previamente inalcanzable. La idea es proporcionar siempre una dosis ideal de estrés (ni mucho ni poco) que siga el ritmo de tu capacidad en constante aumento.

El tratamiento del dolor sin fijación de objetivos y progresión es como lanzar dardos a oscuras y esperar dar en la diana. Establecer objetivos realistas y controlar los progresos es como encender las luces. Es mucho más fácil dar en el blanco cuando se sabe dónde apuntar y lo cerca que se estuvo en el último intento.

El futuro es impredecible, sobre todo cuando se trata de algo tan complejo como el dolor. Ya se trate de un estancamiento o de un contratiempo estresante, es inevitable que los planes tengan que cambiar. Tu clínico debe saber cómo reaccionar ante lo que surja durante el proceso y ayudarte a superarlo.

En lugar de estresarte por alcanzar un objetivo concreto en un momento determinado (el resultado, algo que intrínsecamente está fuera de tu control), intenta centrarte en lo que puedes hacer para avanzar en una dirección positiva (el proceso). ¿Qué puedes controlar actualmente que aumente tus posibilidades de éxito en el futuro? Tú y tu clínico deberíais trabajar para fomentar una mentalidad orientada al proceso.

5. ¿Tiene miedo de decir « no lo sé »?

La humildad es una virtud, y no más que en la medicina, donde nos hemos equivocado de forma espantosa desde el principio de los tiempos. Hoy en día, la humanidad comprende colectivamente muchas cosas sobre el dolor y las condiciones dolorosas gracias a la ardua labor de innumerables científicos y filósofos, pero sigue habiendo muchas incógnitas y « verdades » que podrían resultar erróneas.

Algunos clínicos dan falsas impresiones de sus conocimientos y capacidades. Un arquetipo con el que hay que tener cuidado es el « coleccionista de certificados ». Ya sabes, la persona que tiene una docena de diplomas colgados en la pared de todos los cursos de fin de semana a los que ha asistido. Esto dice más de su deseo de ser percibido como sabio que de sus conocimientos reales.

Los mejores clínicos dejan de lado su ego y te ponen a TI en el centro de la atención. No debería intentar presumir de lo bueno que es. Una de las mejores formas de evaluar esto es haciendo preguntas sobre tu condición. Si sigues haciendo preguntas relevantes, al final deberías obtener la respuesta « no lo sé ».

Si tu clínico nunca admite un fallo, es posible que su orgullo y arrogancia le impidan reconocer que, en realidad, no sabe todo lo que hay que saber sobre tu condición. Tampoco debería desestimar nunca tus preguntas. Si hay algo que no sabe (y hay una respuesta clara), debe ofrecerse a investigar el tema por ti o remitirte a una fuente fiable.

Como regla general, cuanto más cauteloso sea el clínico a la hora de dar respuestas absolutas incluso a las preguntas más sencillas, mejor. La respuesta correcta casi siempre empieza por « depende de... » Volviendo al principio, el dolor (y la salud) es un campo infinitamente matizado en el que las respuestas a la mayoría de tus preguntas dependen totalmente de tu contexto personal.